“No soy el catedrático del graffiti, ni mucho menos de las ciencias sociales. Me acoplé al graffiti sin ser un escritor del spray, lo hice desde el anonimato, solo usando mis dos nombres, y manteniendo un perfil bajo. Obté este código, que actualmente aún mantengo.
El graffiti en mi trabajo documental, se convirtió en un archivo histórico, donde la cotidianidad siempre estuvo acoplada a cada trazo. Era y es una forma de expresión, sin ser rebuscado. Simplemente era comunicación y empoderamiento. Sin duda el graffiti era parte del escenario urbano y caótico. Hablo en tiempo pasado, porque fue un contexto que viví, quedó congelado en mis fotografías y memorias. La gran mayoría de estos trazos no existen, donde la “modernidad” tomó su paso. Este valor histórico aún se mantiene o al menos así lo recuerdo, como una joya, que pocos comprendieron y probablemente el tiempo les dió la razón. No les complicaré la vida con palabras raras, sólo es un resumen de una experiencia que capturé con una cámara, en un contexto determinando. Si de algo estoy seguro y claro, es que cada trazo y escrito, transcendieron al valor que siempre esperé y confié. El transcender los hizo eternos, y para ellos todos mis respetos.”
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