Daniela Moreno Lares | Selección fotográfica

Fotografía: M. Daniela Moreno Lares

Desde lo más primitivo de mí se genera esto, toda esta gran observación constante. Decir que siempre ha sido una búsqueda consciente e incesante sería un engaño, ya que al principio no era así. Crecí en calles que no fueron las tuyas, y como las tuyas no fueron las mías, fui creciendo con la curiosidad de querer conocerlas. Toda esa secuencia de instantes existentes, donde pasé de querer admirar a querer documentar, convirtiéndose en un acto repetitivo el detallar mi entorno, la calle y querer frenar para capturarlo y contenerlo.

Me sorprendió ver que eso capturado con mi cámara, generalmente del celular que siempre llevo conmigo, era la esencia de ese momento, la misma que posee sensibilidad al movimiento y la luz, con sus formas y colores, y es generada sin ser notada. Al final la vida me ha ido enseñando que eso tosco y sincero con un sin fin de lecturas y emociones es equivalente a mi persona, a toda la sensibilidad que compone mi cuerpo, mi mente y mi alma, donde cada captura construida por la mismísima calle es parte de la forma cómo uno ve y siente la vida.

Puedo llegar a percibir que en mis inicios he sido un poco brusca, pero es reflejo siempre de esa Daniela que se ha ido aventurando en un mundo lleno de cosas que valen todo por ser conocidas, complementado con un montón de realidades que a veces me hacían ruido, pero entre tanto caos existe algo que se va orquestando de forma genuina. La naturaleza misma de lo bello y lo honesto, porque nada más honesto que lo espontáneo, lo que a ti mismo te sorprende luego de poderlo capturar. 

No puedo decir que fui fiel a eso desde el principio: habiendo un mundo entero con tendencia a buscar la perfección, te cuestionas las técnicas y las formas, llegando a pensar que algo fallaba y había que cambiar, pero conforme vas reconociéndote con la fotografía, te vas dando cuenta que ni los procesos, formas, herramientas o resultados serán iguales al resto porque nadie ve como uno ve. Yo venía de recorrer Caracas desde muy chica sin mucha intención fotográfica, y en compañía de mi papá, a eso de mis 18 años, empecé poco a poco a ir documentando, conociendo y reconociendo fuera de mi cotidianidad. Una variedad de cosas y personas, con estilos y maneras de desenvolverse en cientos de espacios. Lo que para unos no era nada para mis ojos era extraordinario, sabiendo que estaba en el lugar y momento correcto, encontrándome algo muy bueno donde la rapidez y adrenalina al momento de capturar se vuelven esenciales.

El juego de la velocidad en el proceso es clave porque son instantes que se transforman al toque, en segundos. Desde hace varios años vengo documentando con mi celular de todo y con todo, actualmente desde Buenos Aires. Camino observando e intento no llegar tarde a todos lados por andar sacando fotos, pues me da un desplace único donde casi nadie nota que son partícipes de mi documentación. Con la reflex es un proceso similar pero distinto al mismo tiempo, permitiéndote jugar manualmente con el movimiento y la luz, de forma intencional o no, es otro flow que te sorprende con maravillas pero tiene una presencia distinta en el momento. Luego está el experimentar entre ambos métodos, como también todo lo que puedes crear con la imagen en sí. Otro tema para otro día porque me extiendo y nada me calla, pero es un mundo de posibilidades la verdad. Hay un punto, o personalmente lo siento así, donde se mezclan todos los recursos, con todo lo que sé, más lo que voy experimentando y dándome cuenta que no conozco pero puedo descubrir siempre, dándole posibilidad infinita a todo.

Registro: circa 2020. Caracas, Margarita y Buenos Aires.

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Selección: Anthony Salazar

Asistencia: Sandra Iturriza

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